Creo que al final todo remite a las mujeres con sombrero.
A las mariposas crucificadas.
A las cenizas que no encendieron.
A las mujeres que lucen mejor que yo, que son más inteligentes y tienen menos corazón.
Y si llegase a encontrar alguna vez a un alma que no entrase en la descripción anteriormente dada, que me diese como doy, que compartiese el pan y el vino, probablemente pasaría delante de mí sin despertar la furia del mar, ni alterar los sentidos, ni entreverar el pensamiento, por el simple hecho de andar distraído, encendiendo una vela a un santo que no mira para abajo.
Hermoso, Carlos, qué belleza de texto.
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